jueves, 17 de abril de 2008

NOTA DE DESPEDIDA...


Caracas, 17 de agosto, 2001

Hola Arturo.

Estuve esperando sentada acá afuera toda el día y no apareciste. No se si aparecerás. No se incluso debo dejarte esta nota. Pero no importa, creo que debo hacerlo. Desde cuando no nos vemos? Desde cuando dejaste de llamarme? De escribirme? Ocho meses. No se que pasó. Creí que todo estaba bien entre nosotros. Será que regresarás hoy? Recuerdo cuando nos conocimos hace dos años. Tú habías ido a Mérida a un congreso de algo que no puedo ni pronunciar y en un paseo por el páramo te detuviste a comer en el restaurancito donde trabajaba. Pediste unas arepas de trigo y una pizca andina. Me sonreías desde la mesa, tú con tus dientes blancos como la nieve de las montañas y tus ojos grises como el metal. Nunca nadie me había mirado de esa forma. Eso te lo dije ese mismo día. Fue la primera vez que me enamore (y hasta ahora ha sido la única). Fueron dos semanas increíbles. Me encantaba escucharte hablar. Sabes tanto de muchas cosas, especialmente de la vida. Pero tuviste que volver a la capital, no podías quedarte, no podías traerme. Pero seguimos hablando por teléfono, recibiendo un par de cartas de vez en cuando. Nunca supe manejar eso del Internet, si lo hubiese hecho hubiésemos hablado mas. Pero eso ya no importa. Te confieso que abriste una puerta fascinante al obligarme a dedicar tiempo a la lectura. Ahora no puedo dejar de leer. Es increíble lo que se siente cuando sales de la oscuridad a la luz del conocimiento. Y eso te lo agradezco. También te confieso que ahora escribo más que simples órdenes del restaurante. Me dijiste que cuando todo estuviese listo me traerías aquí. Y esperé. Pero han pasado ocho meses sin saber nada de ti. Ni una llamada. Hasta un celular me compre, pero nada. Muchas veces te pregunte si no te importaba nuestra diferencia de edad (tu 28 y yo 50), y siempre me contestaste: “el amor no tiene tiempo”. Y también te creí.

Así que aquí me ves, sentada en las escaleras afuera de tu departamento, esperándote desde hace ocho horas. Ocho meses, ocho horas. Tu vecina no te conoce porque dice que está recién mudada. Gasté parte de mis ahorros para comprar el tiquet (no se si así se escribe) del avión. No se que hacer ahora, si seguir esperando o tratar de volver a mi páramo. Pero algo me dice que me vaya. Así que me voy. Te dejo anotado el número de mi teléfono celular. Lo mantendré encendido hasta que se quede sin pilas (se me olvido el cable).

Bueno Arturo, un beso lleno de estrellas de páramo…

Tu Camila

El numero es 414 734 56 57
---------------------------------------------------------------------------------------------

Nota encontrada en la puerta de mi apartamento un domingo en la mañana al regresar de La Guaira. Luego supe, según me contó el conserje, que Arturo había realmente vivido allí, pero que lo habían asesinado ocho meses atrás para robarle el carro.

3 comentarios:

Diego Flannery dijo...

Haldar...cuanto vuelo en un breve relato. Pobre Camila, cómo poder explicarse esta desapación después de tanta fantansía desbordada. ¿Quién le podrá avisar a Camila, que una de las estrellas del páramo es Arturo?

Mi vida en 20 kg. dijo...

Haldar, gracias por tu visita, la curiosidad mato al gato y aca me tienes leyendo tus relatos....lo mio son 20 kgs. pero juro que no tengo anorexia...son de equipaje.

Mira te prometo que si no es por que Diego dice algo del relato yo creo que todo esto es verdad...

Saludos y seguire por aqui...

Haldar dijo...

Diego: La pobre Camila nunca lo supo y vivio el resto de su vida creyendo que Arturo se habia ido.

20 Kg: Gracias por echarte una escapada mi mundo. Jajajja, no eres la primera quien cree que lo que escribo son hechos reales o autobiograficos...