lunes, 12 de octubre de 2009


(Foto: Haldar F. Savery)

Silencio. Eso era lo que se oía en toda la casa. Era así siempre todos los otoños. Solo silencio. Afuera, el cielo plomizo parecía que iba a caerse en cualquier momento, cargado de agua que nunca caía. A lo lejos, los graznidos de los cuervos. Y el frío. Dentro, solo el movimiento acompasado y rítmico del péndulo del reloj del salón daba la sensación de vida, con su tic-tac que se perdía entre la gruesas cortinas que no dejaban entrar la poca luz del exterior. El polvo dormía sobre los muebles y los objetos. Los colores se habían perdido hacia mucho y ahora todo se resumía a una gama de grises con algunos toques de luz que algunas veces podían traspasar por algún hoyo en las paredes o las cortinas. Todo parecía dormir, los muebles, las alfombras, los cuadros. A veces uno que otro crujido de madera rompía el silencio. Después de mas de cien años la casa aun no se acostumbraba a este letargo de otoño y necesitaba moverse. Muchos habían sido sus dueños. En su historia había alrededor de 40 nacimientos, un incendio, una guerra, no recordaba cuantas muertes, muchos momentos de felicidad y muchos otros de tristeza. En sus habitaciones quedaron las risas, las lagrimas, los gemidos de sexo, las carreras de los niños. Varias veces restaurada para mantenerla en pie, como a una anciana que no hay que dejar morir. Pero ya ha pasado mucho tiempo. El moho, las termitas y el oxido se habían convertido en sus residentes permanentes.

Su ultima dueña agonizaba en la tercera habitación, la del fondo del pasillo, la de paredes azules con pequeñas florcitas lilas. Era Doña Teresa María Iturriza de Blake. Casi tan vieja como la casa, unos noventa y tantos. Había llegado a este país del norte después de casarse con Mr. David Blake, un hacendado gringo que buscaba hacer dinero en Venezuela por allá en el año 1935. Ella tenia solo 22 años. Tuvieron ocho hijos. Cinco varones y tres hembras. Los varones ya se habían ido de casa hacia mucho tiempo. Las hembras habían muerto. Una atropellada por un camión de leche cuando tenia cuatro años, otra se suicido al encontrar a su marido en la cama con otro hombre y la ultima asesinada por su compañero de drogas. Mr. Blake había muerto de un paro respiratorio a los cincuenta años. Ahora había llegado su turno. Mientras sus ojos abiertos permanecían clavados en el techo oscuro, por su boca entreabierta se escapaba su ultimo aliento.

Afuera, el cielo decidió dejar caer toda el agua retenida. La lluvia espantó a los cuervos, los cuales huyeron hacia las montañas, llevándose con ellos sus densos graznidos. Los árboles terminaron de perder las hojas que le quedaban y ríos de agua y barro corrieron por todas partes. Adentro, el reloj se detuvo a cinco minutos para las cinco. Al mismo tiempo se detenía el corazón de Doña “Tere”. Parecía que hubiesen estado sincronizados. El camino principal, que llevaba desde la carretera hasta la casa se perdió entre el agua y el lodazal.

En la carretera un aviso enorme de publicidad casi tapaba la vista de la casa a todo aquel que transitara por allí. “Pronto!, Pronto! Aquí se construirá el centro comercial mas grande del condado. 450 tiendas, 2 supermercados y una enorme área de restaurantes. Reserve su local ahora. Inauguración: 10 de octubre de 2010”, anunciaba el enorme letrero, mostrando un dibujo de diseño futurista.



jueves, 24 de septiembre de 2009

Aca les dejo una historia muy corta mientras tanto...

Sin titulo.

A lo lejos se escuchaba el griterío de la gente. Las luces de neón rojas y verdes del aviso gigante al otro lado de la autopista, se colaban por la noche e iluminaban el cuartucho. “Coño, mataron a la Patricia”, pensó. Echada bocarriba en la cama fumaba un cigarrillo. Un vaso con un trago de ron se diluía en los hielos que no soportaban el calor de la noche. Al igual se diluía la vida de “La Patricia” en el charco de sangre en uno de los callejones del barrio. “Te lo dije. No te metas con ese carajito, mira que anda en peos de drogas”, hablaba en voz alta, “Chica, ¿por qué no me hiciste caso? Y ahora que voy a…”, y la voz se quebró dejando salir un gemido. El humo del cigarrillo subía en suaves líneas hasta el techo. Hacía calor. “Ahora voy a tener que luchar en la calle yo sola. Estoy harta de todo esto”, mas gemidos. Se levanta, toma el vaso y se apoya en el marco de la ventana. Desde allí podía ver toda la ciudad. “¿Qué futuro puede tener una cuando tu abuela y tu madre han sido unas putas?”. Bebió hasta la última gota y mientras arrojaba el vaso por la ventana gritaba: “Ser una puta”.

martes, 22 de septiembre de 2009

LOST

Aun sigo vivo. No he muerto, tampoco he sido abducido por extraterrestres y secuestrado por una tribu aborigen el pacifico lejano. Aun sigo en Jamaica. Sé que muchos ya odian a Fénix. Muchos esperan que escriba algo nuevo. El pobre Fénix ya va a tener un año con el mismo show. Es hora que descanse. Todo este tiempo en el que he estado perdido tiene, como todo en la vida, una razón de ser. He estado en un momento de cambios. Cambios internos, de búsquedas personales, de mucha angustia y dolor, cambios de amigos y cambio de país. Afortunadamente no cambio de pareja. He pasado por momentos duros, especialmente este último mes. Pero finalmente todo llega a su fin. Me voy de Jamaica, y allí donde voy tendré más tiempo para mí, para escribir. He querido cambiar la imagen del blog, pero en esas cosas no soy un genio, así que termine por usar una de las platillas que hay allí. Mientras que empiezo a organizar ideas en mi cabeza sobre lo que voy a escribir, les dejo un video de una tarde lluviosa acá en Jamaica, filmado a través de la ventana de mi habitación. Saludos a todos.

lunes, 16 de febrero de 2009

Fenix



Te vistes de rojo, tafetán carmín barato y lentejuelas. Esta noche no será verde. Debajo, un fajín esconde tus doce kilos de más. Un relleno de papel muy bien ubicado levanta esos senos falsos y crean la voluptuosa ilusión que deseas. El nailon de las medias sube lentamente por tus piernas mal rasuradas. Los tacones gastados, menos rojos que el carmín, sostienen tus sesenta y cinco años. El dulce lamento del tintinear dorado de las pulseras en tus brazos velludos te distrae de tus pensamientos. Para hacer juego, te enganchas una prominente peluca de rizados cabellos pelirrojos para ganar unos centímetros de altura. El polvo blanquecino cubre tus arrugas, tus tristezas, tus desamores, tus ojeras, tus recuerdos. El rímel pastoso inunda tus pestañas, enmarcadas con las sombras rosadas que cubren tus parpados. Te aplicas el oleo brillante en los labios, rojo también. Finalmente te colocas en tu espalda las grandes alas de plumas anaranjadas y doradas. Afuera, lejos del camerino, la gente grita tu nombre. Te llaman. Te paras frente al espejo. Una vuelta. Caminas. Te miras fijamente, repasando los detalles. Una lágrima intenta infructuosamente escapar cuando recuerdas la imagen de tu madre muerta la noche anterior. Estaba vestida de rojo. Lo único que lamentas es no haber tenido el valor suficiente para decirle que ya no te llamabas Patricio, que ahora tu nombre era… “Esmeralda, Esmeralda, Esmeralda”, grita la gente afuera. Ya lo demás no importa. Sonríes al espejo, mostrando tus dientes color nicotina. Golpean tu puerta. Ya es hora y sales al escenario. Esta noche renaces de las cenizas. Piensas: “Fenix”
Foto: Marcello Bonfanti, texto: Haldar F. Savery

viernes, 6 de febrero de 2009

AUSENCIA




Pido disculpas a mis amigos y asiduos lectores quienes al pasar por acá en búsqueda de material nuevo para leer no han encontrado nada. En este momento podría decirse que no ando en buen estado de ánimo. He pensado en todo las cosas que quiero escribir, pero no paso de allí, solo ideas. Pero no llego a tener el suficiente entusiasmo como para sentarme a escribir. A eso debo sumar que carezco por los momentos de una herramienta de trabajo, o sea, estoy sin computadora. ¿Cuanto tiempo durará esta ausencia? No lo se. Pueden ser un par de días, una semana, un mes.


Así que este blog estará temporalmente en “standby” hasta que los ánimos se restablezcan, hasta que se aclaren las cosas un poco en mi vida, hasta que la tristeza, el malestar, la ansiedad puedan encontrar una puerta por donde salir, hasta que la fe se restablezca.


De esta manera me despido “temporalmente”. Les dejo un fuerte abrazo a todos.

Foto: Haldar F. Savery